El 10 de novembre de 1897, hui fa 128 anys de l'anomenada barrancà de la Magra, hem consultat la web de l'Ajuntament de Catarroja, concretament el "Plan de Actualización Municipal ante el riesgo de Inundación de Catarroja" que és un estudi tècnic que data de 2016 i on hi ha una apartat de inundacions històriques, concretament en la pàgina 54 relata la noticia publicada en el diari "El Pueblo" sobre esta inundació del 10 de novembre de 1897, i que va causar dos víctimes mortals i grans pèrdues materials. Tornar a llegir-la es retrobar a el que vam viure els catarrogins fa un any i que ja ho visqueren els nostres avantpassats hui fa 128 anys
“CATARROJA. Son incalculables los daños que ha causado la inundación. Gran parte del pueblo está en ruinas, y la mayor parte de sus habitantes se encuentran en la miseria. Catarroja ofrece un aspecto tristísimo desde anteayer. Se explica que la inundación causara más estragos que en ningún otro pueblo de la provincia, si se tiene en cuenta la situación topográfica del pueblo, junto al cual pasan por el norte el barranco de Chiva, por el sur otro barranco afluente del anterior, y por el oeste la fuente de la Rambleta. Como quiera que el pueblo está al nivel del barranco de Chiva, al desbordarse este con caudal e ímpetus desconocidos, junto al otro barranco y la fuente, que también iban de crecida, y como de común acuerdo invadieron el pueblo por los puntos antes citados. En el barrio del Arrabal la corriente destruyo a su paso un tejar y las casas que junto a él habían. En una de ellas estaba un pobre mendigo inútil, que durante varias horas en vano pidió auxilio que no podía dársele. Por fin, un vecino, D. Julio Jorge, fue a buscar una barca, y ayudado por otros hombres animosos, pudo recoger al pobre y transportarlo a sitio seguro, donde fue socorrido. También se dio ayuda y se salvó la vida a una mujer que había dado a luz la noche anterior, y que se encontraba en una casa aislada, en medio de la inundación. El barranco afluente inundo varias calles del Arrabal, desplomándose varias casas y dejando otras en ruinas. Da idea de la fuerza de la corriente el hecho de que fueran arrancados de cuajo muchos algarrobos que contaban con más de medio siglo y que fueron transportados a más de 500 metros del sitio donde estuvieron plantados. A presencia nuestra se presentó un labriego a pedir al alcalde que le permitiera llevarse nueve algarrobos de su propiedad del campo donde fueron conducidos por las aguas. En la parte inmediata a la fuente de la Rambleta la inundación produjo efectos terribles. Llevándose la casa del Magret, en cuyo tejado estaban refugiados una viuda, sus hijos, la criada y una viejecita. Ayer dimos cuenta del triste fin de la viuda (Antonia la Magra), cuyo cadáver apareció a gran distancia. Una de las manos de la ahogada estaba sujeta con tal fuerza a la rama de un manzano, que ha sido preciso amputarle dicho miembro para llevarse el cadáver. El cadáver de la viejecita, que era conocida con el apodo de la parroquiana, ha sido hallado ya. De suerte que hay que lamentar por de pronto dos víctimas. Fue tal el ímpetu de la corriente, que transporto muchos metros más allá a los fuertes pilares de la carretera. Al esparcirse las aguas de la Rambleta, corrieron rápidamente hacia la calle de Valencia, inundando unas cincuenta casas de dicha vía y varias de la calle Mayor. Los primeros edificios que a su paso hallaron las aguas fueron los más perjudicados. Las aguas inutilizaron gran cantidad de trigo, arroz, habichuelas, etc. Que allí se guardaba. Mas con ser muchos los daños allí causados por la inundación, todavía fueron mayores los de las barracas. Cobija este barrio a muchos pescadores de la Albufera que tienen por vivienda barra. Anteayer quedaron destruidas casi todas estas moradas humildes, que ascendían a más de 30. La mayoría fueron al suelo por completo, y pocas de ellas quedaron en pie tan solo las paredes. ¡Si habría agua en aquel sitio y la zona inundada seria extensa, que varios pescadores regresaron sin tropiezo desde la Albufera hasta sus casas en barca! Todavía hemos visto en medio de las calles las barcas con las velas que emplearon para su regreso. Esto dice bien a las claras que han quedado perdidos millares de fanegadas de tierra de arroz y huerta. En la calle del Puerto, las casas todas alojaron durante cuatro horas metro y medio de agua. ¡Cuántas lágrimas y cuanta desolación han causado en Catarroja las aguas! También en el barrio denominado la Llegüa se hundieron algunas casas. No se recuerda en Catarroja otra catástrofe igual a la de anteayer. Las autoridades y los vecinos dieron grandes muestras de abnegación, trabajando con actividad y sin descanso durante el terrible día, cuyo recuerdo no se borrará nunca de la memoria de aquellos habitantes. El alcalde dispuso que los que carecían de albergue se alojasen en el amplio local de las escuelas nuevas, y algunos vecinos llevándose a sus casas a varios de los que habían perdido su morada. También acordó dicha autoridad, para remediar en parte la miseria, que se repartiesen comestibles entre los necesitados. Ayer, por acuerdo del ayuntamiento, se dispuso dar una peseta a cada una de las familias pobres que lo solicitasen, y es seguro que lo propio se hará hoy. La falta de trabajo, mejor aún, la imposibilidad de encontrarlo, ha de crear una situación tristísima a muchos vecinos de Catarroja, a cuyas necesidades no podrá atender largo tiempo el ayuntamiento por no estar sobrado de recursos. Por esto entendemos que el Gobernador y la Diputación deben de hacer lo posible para aliviar a aquellos desgraciados que han perdido su hogar y su pan. El alcalde ha oficiado al Gobernador dándole cuenta de lo sucedido y solicitando impetre del gobierno se conceda a Catarroja una cantidad del fondo de calamidades. Durante el día de ayer trabajaron varias brigadas del municipio en las casas inundadas. Como dijimos antes, las autoridades y los vecinos no se dieron punto de reposo en prestar auxilio donde fue necesario, y con carros, caballerías y barcas salvaron a no pocos de la muerte. Todos se distinguieron, y entre ellos D. Jenaro Muñoz, D. Martin Alapont, D. Vicente Olmos, D. Francisco Sanchis y D. Miguel Rigal. Gracias a los esfuerzos y a la abnegación de muchos no fueron grandísimas las perdidas personales.”
(Fuente: El pueblo 12 noviembre de 1897)
No hay comentarios:
Publicar un comentario